viernes, 30 de mayo de 2008

CONVICTA - CAPITULO 4

Capítulo 4

JAMES RYDER respiró profundamente , satisfecho por la distancia que parecía interminable entre Río de Janeiro y Ciudad del Cabo estaba casi recorrida. Hacia mas de dos horas que se había oído el primer grito entusiasmado de "Tierra a la vista!" del vigía. Con cada minuto que pasaba, el contorno de la costa africana se tornaba mas nítido.
Comenzó a caminar de un lado al otro en la cubierta. Después, se detuvo , con los ojos pensativamente posados en sus dos hijos, sentados al abrigo de la cubierta , con Sara Dane a su lado. Si los recursos todavía por explorar da Nueva Gales del Sur producían riquezas, Ellen y Charles serían los primeros en recogerlas. Pero , qué pasaría con aquellos como Sara Dane, pensó él, qué pasaría aquellos que llegaban allá en cautiverio para poblar y desarrollar la colonia?
La atracción que Andrew Maclay sentía por Sara era obvia y alimentaba los chismes en un barco que había tenido pocas distracciones desde que había partido de Río. Sin embargo , a pesar de no parecerlo , Sara Dane era una condenada, y Maclay era un oficial en una compañía cuyo prestigio sólo era superado por el de la Royal Navy. En casi todos los otros barcos le habría sido permitido hacer de ella su amante, y la relación terminaría cuando el Georgette llegase a Sydney. Ryder presentía que no era eso lo que Maclay quería.
Andrew Maclay venía bajando las escalerillas , y Ryder lo saludó .
- Buen día. Un paisaje bienvenida, verdad? - Señaló el contorno de la costa africana con un movimiento de cabeza.
- Sin duda, sir - respondió Andrew, sonriendo e inhalando sonoramente el aire fresco de la mañana.

Ryder examinó a Andrew con un aire serio bajo la luz intensa del sol , los ojos de Maclay eran de un azul profundo; tenía una boca y un mentón bien marcados. La manera en que hablaba y todas sus actitudes revelaban una determinación típicamente escocesa. La paradoja do su carácter despertaba el interés de Ryder. Se quedaba noche tras noche jugando a las cartas hasta tarde y tenía una suerte fantástica en el juego; sin embargo , el comandante alababa la atención meticulosa con que él desempeñaba sus funciones.
- Va a comprar ganado en Ciudad del Cabo, sir? - preguntó Andrew, comenzando a ponese impaciente con el silencio.
- Voy a comprar todo lo que pueda llevar. Me dijeron que puede ser vendido a un precio exorbitante en Nueva Gales del Sur .
Andrew se quedó pensando en eso unos instantes y después preguntó :
- Cuál es su opinión sincera sobre las hipótesis de aquellos que se se establecerán allá?
- No será nada un lecho de rosas. Todos aquellos que vayan de propia a Nueva Gales del Sur tendrán que estar dispuestos a arriesgar. Todo parece estar contra nosotros: enfrentar sequías, mucho trabajo y estómagos vacíos. - Elevaba la voz con entusiasmo. – Pero es un reino de pioneros, Maclay. Es suelo que el ganado nunca pisó, son tierras que nunca fueron sembradas. No me vengan a decir que después de ser adecuadamente tratada, la tierra no produce.
- Sin embargo , los habitantes continuaban muriéndose de hambre.
- Eso es sólo porque la colonia está en manos de los militares y de los condenados. Nueva Gales del Sur sólo podrá ser debidamente colonizada por hombres libres que entiendan de agricultura. Cuanto mas colonos haya, mayor será el ansia de expansión. Irán al norte y al sur, Maclay, y finalmente al interior del territorio.
- Pero no podemos seguramente fiarnos sólo en la expansión - dijo Andrew.
Ryder recordó las historias de Brooks sobre los misterios y los peligros del continente todavía por explorar, de la extensa cordillera de impenetrables montañas.
- Está pensando en las Blue Mountains - dijo él. - Admito que son una barrera, pero los hombres libres siempre encontrarán su espacio, como sucede en Canadá y en América.
La conversación terminó, pero mientras se apartaba, Andrew iba revisando un plan que había formulado , aun antes de hablar con Ryder, y que ofrecía una solución para él y para Sara.

Aun Bajo la luz intensa del sol, la montaña da Mesa parecía dominar sombríamente la colonia holandesa limpia y formal de la Ciudad del Cabo. Pero Sara y Andrew, de pie junto a la baranda, no tenían ojos para el paisaje que ya les era familiar en las tres semanas en que el Georgette había estado anclado en la bahía de Mesa. La atención de ellos estaba concentrada en la chalupa allá abajo, de la cual un cargamento de cerdos, ganado vacuno y ovejas, protestando ruidosamente, estaba siendo transferido al barco.. Nadie parecía lamentar que el barco partiese al día siguiente, mucho menos los condenados, quienes eran objeto de una vigilancia rígida durante la estadía en el puerto por temor a que se fugasen.
Andrew señaló al ganado.
- Ya compré a mi parte, Sara.
- Vas a conseguir venderlo a buen precio en Port Jackson.
El sacudió la cabeza.
- No es para vender, tengo intención de quedarme con él. Voy a postularme a una concesión de tierra en Nueva Gales del Sur y dedicarme a la agricultura.
Ella lo miró , espantada.
- Agricultura? Vos , un marinero?
- Fui criado por un escocés que era el mejor labrador de su región. Quiero quedarme en Nueva Gales del Sur y casarme contigo.
- Andrew - dijo Ella débilmente – enloqueciste .
- Creo que si . Fuiste vos quien me enloqueció...! No finjas que todavía no habías adivinado que yo estaba completamente enamorado de vos.
- Ya te olvidaste de que soy una condenada?
- Claro que no, pero si pido autorización para casarme con vos , no veo ninguna dificultad en que el gobernador Phillip te conceda el perdón. Si eso no sucede , me caso con vos lo mismo, y entonces él se verá obligado a ponerte a mi disposición como gobernanta hasta que tu sentencia expire.
- No puede ser así tan simple como lo haces parecer - comentó ella lentamente.
- Tenemos que correr algunos riesgos. Me voy a casar contigo, Sara. Y voy a hacerte una mujer libre.
Ella no dijo nada, y él acabó por decir:
- Cuando estemos casados, resolveremos todos los problemas.
Volviéndose , Ella respondió acaloradamente:
- Pero va a ser después de casados que las dificultades van a surgir. Sólo intenta imaginar tu futuro con una mujer que fue una condenada. Y se tuviéramos hijos... - La voz de ella se calmó. - Mi querido - dijo ella pacientemente -, tienes que ser sensato. No va a dar resultado.
El respiró profundamente .
- Pero vamos para a una tierra nueva... a un mundo totalmente nuevo. Olvida las reglas de la sociedad que funcionan en Inglaterra. En una región nueva, somos nosotros quienes hacemos las reglas. - Fue poniéndose cada vez mas entusiasmado y su rostro se iluminó . - Piénsalo, es una aventura, Sara! Si estás a mi lado, no hay nada que no pueda hacer. Invertí algo de dinero en la Compañía de las Indias Orientales, voy a retirarlo de allá y será suficiente para comenzar nuestra vida. Vas a compartir todo aquello que yo tengo. Soy un hombre simple ... un marinero, un labrador. Me aceptas ?
Ella respondió furiosamente:
- Un casamiento es para toda la vida. Y cuando hayas cultivado todos las hectáreas posibles de esta nueva tierra y hayas conseguido todo aquello con lo que siempre soñaste, qué sucederá ? Vas a mirarme y decir que yo soy la única cosa que no se encaja en tu mundo maravilloso? Cuando hayas hecho una fortuna, conseguirás continuar soportando mi pasado? Yo siempre seré señalada como una ex convicta .
El rostro de él fue invadido por una expresión de ternura y de alegría.
- Mi querida, haré de vos la ex convicta mas envidiada del Mundo.
- Hay poco para hacer de mí, Andrew - comentó ella, ruborizándose.
- Mi querida Sara, hay mucho que hacer con vos .
- Andrew - dijo ella vacilante – te pido que esperes hasta que lleguemos a Botany Bay. A esa altura, ya habrás tenido tiempo para reflexionar.
El se inclinó sobre la mano de ella y la besó .
- El viaje hasta Botany Bay es largo - murmuró él. - Antes que lleguemos a la mitad del viaje, te habré convencido de ver las cosas como yo las veo.

SARA descendió al camarote de los Ryders. Estaba jadeante, y Julia no consiguió darse cuenta si era de entusiasmo o de rabia.
- Qué pasa ? - preguntó Julia.
- Andrew Maclay me pidió en matrimonio - dijo Sara.
Julia respiró profundamente .
- Qué le respondiste?
Sara levantó el mentón .
- Le dije que pensase mejor el asunto hasta que lleguemos a Botany Bay. A esa altura, ya sabrá si quiere a una ex convicta como esposa.
- Y si él cambia de idea ?
- En ese caso, se irá cuando el barco parta nuevamente.
- Sara! - exclamó Julia. - Estás intentar engañarte a vos misma. Esto es lo que vos quieres, por qué no le diste una respuesta?
Sara estalló apasionadamente:
- Pero es un matrimonio imposible! Yo soy una condenada. él parece no darse cuenta de lo que eso significa. Está lleno de ideas arrogantes sobre establecer sus propias reglas de conducta en la colonia. Cree que puede hacer que me acepten.
La situación era como para hacer que una mujer cautelosa retrocediese, pero Julia comenzaba a darse cuenta , un tanto espantada, que, después todos aquellos años de una vida conyugal tranquila, nunca había sido genuinamente una mujer cautelosa. Andrew Maclay no era ningún imbécil, y Sara se equiparaba a él en inteligencia y astucia. Formarían una bella pareja para una tierra nueva. Y si ella, Julia, alentase el casamiento? Si mostrase su confianza y su respeto por Sara, sería mucho mas fácil que el gobernador Phillip concediera el perdón. Esa idea la entusiasmó.
- Sara, tienes que aceptar a propuesta de Andrew. él no cree que sea una propuesta alocada y yo Tampoco .
Julia vio la expresión del rostro de Sara suavizarse y sus ojos llenarse de emoción . Y , por primera vez , creyó avistar indicios de lágrimas.

Desde que había doblado la punta de la tierra de Van Diem en (primitivo nombre da Tasmania), cuyas montañas se habían elevado en el océano sur, el Georgette había seguido la costa oriental durante cerca de novecientos cincuenta kilómetros Era la tierra Australia de los mapas de los primeros navegadores , la costa que Cook había cartografiado , los peñascos y las largas playas que constituían el borde de un mundo desconocido. Al atardecer del día 1 de Octubre de 1792, el vigía avistó los gigantescos promontorios, a kilómetro y medio de distancia uno del otro, la entrada de la ensenada conocida como Port Jackson. El Georgette esperó a la luz del día para intentar atravesar el canal de aguas profundas existente entre ellos.
En la sala de oficiales, Andrew dejó los naipes y se recostó en la silla. Miró de reojo a Harding, Brooks y Wilder, que se encontraban sentados en la mesa con él.
- Bien , mis señores, voy a tener que retirarme. Este es mi último cuarto de hora en el Georgette... así se terminan mis funciones en la compañía.
Los otros se habían quedado callados. Cuando Andrew miró a uno por uno , los ojos de ellos evitaron los suyos.
- Bien - dijo él - veo que creen mas sensato no decir nada cuando consideran que un hombre está a punto de acabar con su vida con un último acto de locura.
Andrew se inclinó sobre los puntajes del juego para hacer las cuentas. Después, le pasó la hoja de papel a Harding, quien anotó el total con un aire resignado.
- Tu maldita buena suerte parece nunca acabarse, Maclay - dijo él en un tono cansado, entregándole el papel a Brooks.
Brooks asintió con la cabeza y le pasó el papel a Wilder, quien frunció el ceño cuando vio el total de la cantidad desde la Ciudad do Cabo.
- Mierda ! exclamó. - Sabes muy bien que no puedo pagar todo esto ahora. Invertí todo el dinero que tenía en mercadería para vender aquí y en el Oriente.
- Parte de esa mercadería es ganado, verdad ? Si no me equivoco, son tres vacas y ocho cerdos - dijo Andrew.
- Es así- respondió Wilder.
- Entonces, acepto el ganado como parte de pago de la deuda .
- Muy bien - concordó el otro con mal humor.
Mientras Andrew preparaba el documento de transferencia de propiedad , Sara continuaba acostada en la litera. Se sentía inmensamente agitada, escuchando el viento soplando a lo largo de la costa desconocida de una tierra que podía confinarla para el resto de su vida.
La única cosa de la que estaba segura era de su casamiento con Andrew. Desde ese día en Ciudad del Cabo en que le había hecho la propuesta, él había calmado las dudas de ella y habían pasado horas hablando sobre la vida que planeaban, las perspectivas de la agricultura en aquel territorio vasto y vacío. Andrew era osado, y no había nada que él quisiera arriesgar si ella no estaba dispuesta a arriesgarse con él.
El entusiasmo que intentaba controlar se había apoderado de ella. Sería una buena esposa para Andrew! Le daría buenas razones para enorgullecerse de ella. Tendrían hijos que crecerían y serían alguien en la nueva colonia. él le había prometido tierras y criados para satisfacer la enorme necesidad de respeto que Sara sentía. Sabía que un día tendría una vida digna y llena de comodidades y elegancia; y que con eso borraría los recuerdos de los años de servidumbre.
Cuando finalmente consiguió dormir , el sueño fue pesado y poblado de sueños .

A la MAÑANA siguiente, el Georgette ancló en Sydney Cove. El sol estaba caliente; los rayos de luz se reflejaban intensamente en el agua. Las árboles extendían su follaje verde ceniciento hasta los brazos de mar distantes ..

La población en si no era nada atrayente. Los condenados habían / construido una ciudad de cabañas de barro en las playas de Sydney Cove. La casa de gobernador de cal blanca, un cuartel, un hospital, un almacén de provisiones y un puente sobre el único río constituían la colonia mas reciente de su Majestad . Se veían algunos jardines aquí y allá, pero los esfuerzos para arar y sembrar la tierra eran escasas; el suelo era pobre. La sequía había estropeado la cosecha; después, las lluvias se la habían llevado. El ganado estaba delgado, pues pastaba en una parca vegetación.
Andrew Maclay se quedó perplejo al ver por primera vez la población de Port Jackson, escuálida en su pobreza y miseria. El tañido de las cadenas de los prisioneros lo perseguía a donde quiera que fuese. Reinaba la amenaza constante de la horca y del azote; no había otra ley que esa . Muertos de hambre, los condenados se robaban las raciones unos a los otros y rondaban el almacén de provisiones . En aquella colonia hambrienta, el robo de comida era castigado con la muerte. Algunos , en una desesperación total, huían al bosque desconocido y morían o regresaban tambaleando de agotamiento y hambre.
Una semana después de que el Georgette hubiera anclado, Andrew y James Ryder subieron en barco por el río Parramatta hasta la segunda población de la colonia. Se encontraron con el inicio de una ciudad planeada, también llamada Parramatta. Con la mirada de un agricultor experto, Ryder vio que allí la tierra era mas fértil y la región tenía un aspecto mas apacible. Se puso impaciente por conseguir una concesión de esas tierras.
Pero Andrew oyó a los funcionarios y los colonos - la mayor parte de ellos condenados liberados que cultivaban pequeñas granjas propias hablar en uno y otro lado del río . Su naciente se situaba en las montañas al oeste, después viraba hacia el nordeste, recorriendo suelos todavía mas ricos hasta una ensenada en Broken Bay, que quedaba a unos veinticinco kilómetros mas arriba de Port Jackson. Había sido explorado por el propio gobernador Phillip, quien le había dado el nombre de Lord Hawkesbury. La imagen del río y de sus tierras fértiles levantaba una fiebre en las venas de Andrew. Quería instalarse allá.
Ryder regresó del barco a Sydney, pero Andrew se quedó para organizar un viaje a Hawkesbury, en lo que fue ayudado por el oficial John Berry, un joven que confesó estar muerto de aburrimiento y desear ardientemente explorar nuevas tierras. Pertenecía al Regimiento de Nueva Gales del Sur , una fuerza militar que había sido creada especialmente en Inglaterra para la nueva colonia.
Ellos - Andrew, Berry y tres condenados - partieron con un guía nativo y provisiones para diez días. El paisaje era salvaje y exótico . No había ningún vestigio de suavidad , y los eucaliptos altos parecían interminables e indiferentes. El avance era difícil.
Llegaron al punto hasta donde Phillip había explorado , Richmond HilI, en medio de una violenta tormenta tropical. Después, la tormenta siguió su camino, y el sol brilló nuevamente. Sería aquello lo que iba a describirle a Sara, se dijo Andrew a sí mismo - esa encantadora extensión de tierras fértiles , densamente poblada de árboles, con el gran río serpenteando montañas abajo. Había allí sitios donde él ya imaginaba su casa construida, sitios en terrenos elevados donde las inundaciones, si las hubiese, no podrían llegar.
Cuando regresó a Sydney, fue a encontrar a los Ryders listos para partir; iban a vivir en una cabaña provisoria en una buena extensión de terreno cerca de Parramatta. Julia ya se había recuperado del desanimo que había sentido al ver por primera vez la siniestra población de Sydney Cove. Con la su determinación característica, había resuelto sacar el mejor partido de lo que a colonia tenía para ofrecer y se comportaba ahora como si toda la vida hubiese alimentado a su familia con carne de cerdo salada.
Pero el mayor cambio se notó en Sara: ella había ganado confianza en su posición como futura esposa de un colono libre. Su sonrisa de bienvenida hizo que el deseo por ella llenase su corazón . Observó por primera vez la personalidad de Sara florecer sin ninguna restricción . Cuando le describió el valle verde y fértil y el río serpenteante de aguas profundas, ella reaccionó apasionadamente:
- Andrew, yo voy con vos a cualquier lugar. Prométeme que te casarás conmigo lo mas pronto posible.
El la abrazó .
- Mi querida Sara, voy a intentar hablar con el gobernador hoy a la tarde. Voy a pedirle dos cosas: una concesión de tierras en los márgenes del Hawkesbury y el perdón para mi mujer.